
El burnout parental, más conocido como agotamiento parental, es un estado de profundo cansancio físico, emocional y mental que experimentan los padres como consecuencia de las demandas asociadas a la crianza.
En una sociedad de la prisa, la multitarea y la constante actividad, donde nos juzgamos por “hacer mucho” y “ser perfectos”, es frecuente que ocurra. Sin embargo, los sentimientos de vergüenza e inadecuación que habitualmente conlleva, impiden hablar claramente de ello.
La crianza necesita un tiempo suficiente de calidad y calidez, como cualquier tarea humana importante.
Cuando se trabaja dentro (y fuera) de casa y las ocupaciones se multiplican junto con la crianza, sentimos que no nos da la vida. No somos conscientes que el día tiene 24 horas y no se puede llegar a todo. No solo por la cantidad de horas que necesitamos, sino por la exigencia de hacerlo bien, en tiempo récord y con ligereza. Cuantas más tareas nos asignamos (o nos asignan), se incrementa la probabilidad de que ocurra.
Cuando las demandas sobrepasan la capacidad de los padres (o de un progenitor), hay un desequilibrio que afecta física, emocional y mentalmente. El tener varios hijos, el que alguno presente necesidades especiales o demande más atención, la falta de apoyo social o de recursos económicos, querer ser perfectos, no poder delegar… son factores de riesgo. Y se da más frecuentemente en mujeres.
En el mejor de los casos es un estado temporal de estrés y agotamiento, que si se alarga demasiado, puede pasar factura. Viene derivado de las expectativas de los padres con respecto a la crianza de sus hijos y a la exigencia de desempeño en esa y otras facetas de su vida (familia, trabajo, amigos, casa, limpieza, educación, pareja, etc.).
Parece pues, recomendable pararse a pensar qué es lo importante para cada uno, entender que a todo no se puede llegar, aceptar que somos seres limitados y que tenemos que ser felices con lo que decidamos poder hacer “suficientemente bien”.
Los síntomas del agotamiento parental pueden variar en función de la persona que lo sufre. Destacamos algunos de los más comunes:
La prevención, la aceptación del límite y el cuidado personal son fundamentales a la hora de afrontar de manera saludable la crianza de los hijos. Algunas competencias que ayudan son:
El agotamiento parental es un problema común que puede tener un impacto negativo en la salud mental y emocional de los padres.
Genera sentimientos de inadecuación y vergüenza. Puede afectar la relación de pareja, el trabajo y la relación con uno mismo y con los hijos.
Es importante reconocer los síntomas, nombrarlos, aceptarlos y hacer cambios. A veces hay que comentarlo con algún profesional de confianza. El pediatra puede ser un buen interlocutor.
Cuidar de nosotros mismos, va a ser clave para poder cuidar a nuestros hijos. Y es importante hacer el “modelaje” correcto, para que cuando a ellos la vida les imponga sus demandas, sepan surfearla con “Grace under pressure” (que diría Hemingway).
Puedes acceder al resto de los consejos de la Dra. Bonet en nuestro Curso de Atención y Cuidados del Recién Nacido.