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Burnout parental: cómo lidiar con el agotamiento en la crianza de los hijos

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DRA. CONCEPCIÓN BONET DE LUNA
BURNOUT PARENTAL AGOTAMIENTO EN LA CRIANZA DE LOS HIJOS

El burnout parental, más conocido como agotamiento parental, es un estado de profundo cansancio físico, emocional y mental que experimentan los padres como consecuencia de las demandas asociadas a la crianza.

En una sociedad de la prisa, la multitarea y la constante actividad, donde nos juzgamos por “hacer mucho” y “ser perfectos”, es frecuente que ocurra. Sin embargo, los sentimientos de vergüenza e inadecuación que habitualmente conlleva, impiden hablar claramente de ello. 

La crianza necesita un tiempo suficiente de calidad y calidez, como cualquier tarea humana importante. 

Cuando se trabaja dentro (y fuera) de casa y las ocupaciones se multiplican junto con la crianza, sentimos que no nos da la vida. No somos conscientes que el día tiene 24 horas y no se puede llegar a todo. No solo por la cantidad de horas que necesitamos, sino por la exigencia de hacerlo bien, en tiempo récord y con ligereza. Cuantas más tareas nos asignamos (o nos asignan), se incrementa la probabilidad de que ocurra. 

Cuando las demandas sobrepasan la capacidad de los padres (o de un progenitor), hay un desequilibrio que afecta física, emocional y mentalmente. El tener varios hijos, el que alguno presente necesidades especiales o demande más atención, la falta de apoyo social o de recursos económicos, querer ser perfectos, no poder delegar… son factores de riesgo. Y se da más frecuentemente en mujeres.

En el mejor de los casos es un estado temporal de estrés y agotamiento, que si se alarga  demasiado, puede pasar factura. Viene derivado de las expectativas de los padres con respecto a la crianza de sus hijos y a la exigencia de desempeño en esa y otras facetas de su vida (familia, trabajo, amigos, casa, limpieza, educación, pareja, etc.).

Parece pues, recomendable pararse a pensar qué es lo importante para cada uno, entender que a todo no se puede llegar, aceptar que somos seres limitados y que tenemos que ser felices con lo que decidamos poder hacer “suficientemente bien”. 

¿Cuáles son los síntomas del burnout parental?

Los síntomas del agotamiento parental pueden variar en función de la persona que lo sufre. Destacamos algunos de los más comunes: 

  • Cansancio crónico y falta de energía: la crianza de los hijos requiere gran esfuerzo de ilusión y energía. Hay que contar con paciencia, dedicación, creatividad, humor y tiempo, para hacerlo bien. Si llenamos nuestra agenda de más tareas de las que somos capaces de atender, aparecerán síntomas.
  • Insomnio o alteraciones del sueño: dificultad para conciliar el sueño, despertares frecuentes o despertarse temprano sin poder volver a dormir. Se producen cuando el sistema nervioso simpático está excesivamente activado. Y es lo habitual cuando los niños son lactantes, necesitan mucha atención y/o las demandas del entorno (y hacia nosotros mismos) son excesivas.
  • Irritabilidad y ansiedad frecuentes: que pueden acompañarse de fatiga, sentimientos de frustración y/o alteraciones negativas en el estado de ánimo (tristeza, bajo autoconcepto, sensación de culpa, vergüenza o inadecuación). Esto no favorece las relaciones positivas con uno mismo ni con los demás, entrando en una espiral hacia “abajo”.
  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas: se puede sentir una desmotivación por las tareas diarias, tanto a nivel laboral como en tareas rutinarias que antes producían placer.
  • Dificultad para concentrarse o en la toma de decisiones: el agotamiento puede afectar la capacidad cognitiva. Uno de los principales síntomas, es la dificultad para concentrarse en las tareas. Se acompaña de una sensación de “niebla mental”, falta de memoria y no saber bien qué hacer ante situaciones banales.
  • Aislamiento social: los padres y madres que se sienten agotados pueden retraerse de las relaciones sociales ya que no les queda energía o interés necesarios para socializar.
  • Cambio en el apetito: con aumento de ingesta o con disminución de la sensación de hambre. 
  • Sentimiento de inseguridad o incapacidad: pensando que no están haciendo un buen trabajo como padres y por tanto son un “fracaso”.

¿Cómo podemos prevenir el burnout parental?

La prevención, la aceptación del límite y el cuidado personal son fundamentales a la hora de afrontar de manera saludable la crianza de los hijos. Algunas competencias que ayudan son:

  1. Duelo de omnipotencia resuelto. Aceptar que no se puede (ni debe) hacer de más. Y lo que se haga, hacerlo con gusto y “bien”. Pedir ayuda a amigos, familiares o profesionales puede ser una solución. “Dejar de hacer” lo que ni es urgente ni importante, disfrutando de lo que hacemos sin sensación de culpa.
  2. Establecer límites en casa, en el trabajo y con las personas de alrededor, puede reducir la exigencia y aumentar el sentido de control. A veces involucrar a la pareja y a los hijos en la ayuda (según su edad y capacidad) puede facilitar la tarea asumiendo una responsabilidad compartida.
  3. Es importante dedicar tiempo para uno mismo, ya sea para relajarse, practicar deporte o hacer alguna actividad de ocio. Para ello, es fundamental turnarse con la pareja (o con algún familiar o canguro) para poder tener tiempo de desconexión y descanso. No olvidar que la relación de pareja es importantísima para la crianza. Hay que buscar tiempo juntos para poder aunar frentes y fuerza.
  4. Unirse a un grupo de padres puede ayudar a reducir el sentimiento de aislamiento y a obtener apoyo y consejos de otras personas que están pasando o han pasado por situaciones similares.
  5. Practicar técnicas de relajación como la meditación puede ayudar a manejar el estrés y la ansiedad. Ayuda a “nombrar” la exigencia, siendo más amables y compasivos con nosotros mismos
  6. Descansar y dormir suficiente, es una prioridad. La actividad si no está compensada por tiempo de descanso, está abocada al burnout.
  7. Seguir una dieta saludable y hacer ejercicio regularmente para mejorar el bienestar físico y mental.
  8. Buscar ayuda profesional si es necesario, para detectar los síntomas y procesar las emociones de manera segura.

El agotamiento parental es un problema común que puede tener un impacto negativo en la salud mental y emocional de los padres. 

Genera sentimientos de inadecuación y vergüenza. Puede afectar la relación de pareja, el trabajo y la relación con uno mismo y con los hijos. 

Es importante reconocer los síntomas, nombrarlos, aceptarlos y hacer cambios. A veces hay que comentarlo con algún profesional de confianza. El pediatra puede ser un buen interlocutor.

Cuidar de nosotros mismos, va a ser clave para poder cuidar a nuestros hijos. Y es importante hacer el “modelaje” correcto, para que cuando a ellos la vida les imponga sus demandas, sepan surfearla con “Grace under pressure” (que diría Hemingway). 

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