Bebé

Recomendaciones de una pediatra

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DRA. CONCEPCIÓN BONET DE LUNA
foto pediatra bebé recomendaciones

Realizar una consulta prenatal es una práctica poco habitual en nuestro país que, sin embargo, favorece una mejor relación de los padres con el pediatra y puede prepararnos para situaciones inesperadas. 

En esta consulta conoceremos el historial obstétrico de la madre: si ha habido embarazos anteriores, antecedentes de abortos, partos complicados, niños prematuros o antecedentes genéticos que se puedan heredar.

Además, permite tratar una gran cantidad de temas, como las expectativas de los padres con respecto al nacimiento de sus hijos. Todos tenemos un “niño ideal” en nuestra imaginación y a veces lo que ocurre con el parto, puerperio y/o crianza, no concuerda con lo esperado. Esto siendo muy humano, puede generar tristeza, frustración, sentimientos de inadecuación y soledad.

Por último, ayuda mucho para preparar la llegada de un nuevo miembro a la familia. Ser realistas es conocer todos los cambios maravillosos y duros que va a experimentar la nueva familia, como pareja y como individuos. Con el pediatra se pueden abordar aquellas complicaciones o situaciones inesperadas que pueden resultar difíciles de gestionar. También se puede “normalizar” aquello que nos preocupa.

¿En qué consiste el proyecto del niño sano?

Es importante el control periódico de nuestros hijos por parte de un profesional cualificado y con experiencia. El programa de promoción y prevención de la salud de la infancia y adolescencia de nuestro país, está implementado de forma habitual en centros de salud públicos y privados. En este enlace, se puede consultar: 

https://www.aepap.org/biblioteca/programa-de-salud-infantil

En ocasiones hay aspectos del crecimiento y desarrollo que pueden sufrir alteraciones. Algunos pueden tratarse si se detectan de forma precoz. Aunque la mayoría de los pequeños van a tener un desarrollo normal, si aparecen disfunciones y no se detectan, las consecuencias pueden ser graves. También en estas visitas, se pueden prevenir enfermedades aplicando medidas preventivas sencillas, como la inyección de vitamina K en el paritorio o la ingesta de vitamina D durante el primer año de vida.

Estas visitas tienen el añadido de que dan seguridad a los padres ya que pueden hacer las preguntas que deseen, expresar sus temores y dudas y beneficiarse de psicoeducación. Todo ello redunda en establecer una relación de confianza entre el pediatra y los padres.

Asimismo, en cada revisión, se buscarán los signos/síntomas de riesgo que ocurren con el crecimiento. Se van a explorar aspectos tan importantes como la existencia de una displasia de cadera (fundamentalmente en niñas), si el bebé presenta alteraciones en la vista o problemas auditivos y se evalúa el desarrollo físico y motor, junto con el desarrollo emocional y psicológico

¿Cuáles son las revisiones más frecuentes del recién nacido en el sistema público  español?

El número de revisiones que se pueden realizar varía mucho, ya que en ocasiones depende del número de pediatras y la cantidad de niños que tienen asignados. No obstante, existe un número de revisiones mínimas que hay que realizar durante el primer año de vida del bebé: 

  • La revisión de la primera semana nos permite ver si se ha instaurado bien la lactancia materna o si los padres se sienten cómodos dando el biberón y cómo lo preparan. También se evalúan las necesidades alimentarias del niño y si está ganando peso de forma adecuada. Se habla del sueño tan entrecortado de los bebés y de lo duras que son estas primeras semanas. La madre que amamanta se encuentra cansada y a veces dolorida. Hay que apoyar formas correctas de hacer la lactancia para que sea una experiencia placentera tanto para la madre como para el hijo. También insistir en lo importante que es el apoyo de la pareja.
  • En la revisión del primer mes continuamos verificando la alimentación y la evolución de la lactancia. Se trata de una revisión muy relevante para los padres, quienes todavía se están adaptando a la nueva rutina y muchas veces necesitan escuchar que lo están haciendo bien.
  • Las revisiones del primer año de vida se acompañarán de vacunas a los 2 meses, a los 4 meses, a veces a los 6 meses, a los 11 meses y a los 12 meses.

¿Dónde ponemos el límite de la urgencia?

Si un niño durante los primeros 28 días de vida tiene fiebre es criterio para ir al hospital, ya que habrá que realizarle una serie de pruebas complementarias que en los centros de salud no se pueden hacer. 

Si vemos que el niño ha cambiado de color durante más de 10 segundos, que ha hecho un amago de muerte súbita o que no respira debemos ir al primer centro donde pueda ser atendido. Si conocemos las maniobras de reanimación, debemos hacerlas. 

Puede haber otras circunstancias que no presenten una urgencia inmediata, pero que sí preocupan a los padres. En estos casos, lo más recomendable es hacer una consulta programada con el pediatra. Sabiendo las dificultades que hay con el tiempo que tenemos los pediatras asignados, si los padres acuden sin cita redundará en quitar tiempo a los niños que la hayan solicitado o sufran una verdadera urgencia. Muchas veces los padres se sienten mal atendidos, porque lo que para ellos es una urgencia, para un pediatra experimentado es algo que se debe resolver lo más pronto posible. Esto impide explicar de forma adecuada a los padres qué es normal y qué no, para que vayan aprendiendo a distinguir lo banal de lo importante.

¿Cuáles son los aspectos importantes a tener en cuenta en la salud del bebé?

En relación a la alimentación del bebé, debemos destacar que la lactancia materna es lo mejor que se le puede ofrecer, siempre que la madre quiera y/o pueda. Esto que es algo evidente en el momento actual, ha ido pasando por modas. En los años 60,  se creía que dar el biberón era lo ideal. Sin embargo, se han demostrado reiteradamente los beneficios de la lactancia materna y, para muchas madres no poder hacerlo se percibe como un fracaso. Es importante que el pediatra lo sepa porque a veces no se puede hacer una lactancia materna exclusiva. Otras es una elección personal no hacerlo. Y es importante respetarlo.

Dar el pecho es muy importante, pero siempre y cuando la madre esté cómoda y así lo desee. Por tanto, si finalmente se decide recurrir a la lactancia artificial estaremos garantizando el aporte nutritivo necesario para nuestro bebé y se le pueda dar también mucho amor. 

Algunos pediatras recomiendan el uso de probióticos o prebióticos con la leche adaptada, para hacerla más parecida a la materna. La leche materna crea un tipo de microbiota que es muy beneficiosa para el desarrollo y la futura salud de los bebés. Por tanto, aunque su uso no es obligatorio, parece recomendable añadirlos si no están incluidos en la fórmula de la leche artificial que estamos utilizando. 

En segundo lugar, son muchos los padres que comparten sus inquietudes respecto al inicio de la guardería, no solo por tener que separarse de sus hijos, sino también por las infecciones a las que pueden exponerse por el contacto con otros niños. Es cierto que en el primer año es muy común que se contagien, pero debemos saber que esto les va a permitir inmunizarse de una forma más rápida y que pasado el primer año estas infecciones disminuirán. Eso no quita que, al inicio, pase más tiempo en casa que en su escuela infantil.

La recomendación de los pediatras es que siempre que sea posible, inicien la guardería cuando tienen el calendario de la primo-vacunación completo. Y esto, no solo por la inmunidad, sino porque es importante que durante el primer año de vida estén con su cuidador principal y desarrollen un apego seguro. 

El problema es que la sociedad en la que vivimos no facilita la conciliación familiar, aunque ha habido claras mejoras en los últimos 20 años. Habitualmente (y aunque se pueden turnar), los padres y madres tienen que incorporarse al trabajo tras 16 semanas de vida de su hijo. Por tanto, llevarlos a la guardería es una necesidad, que no debe generar culpabilidad. Las escuelas infantiles sin ser un sustituto de los padres, favorecen y cuidan mucho el desarrollo físico, emocional y psicológico de los bebés.

En relación al contacto del recién nacido con sus hermanos mayores, es importante que lo tengan. Sin embargo, cuidaremos en épocas de invierno, que se laven las manos y no contacten mucho físicamente si están con tos y/o mocos. Estos catarros, banales en mayores, pueden producir una bronquiolitis grave en el bebé. Dicho esto, tendemos a minusvalorar las defensas de un recién nacido, sobre todo si se está alimentando con lactancia materna. La leche materna aporta entre otras cosas importantes anticuerpos (defensas) de los virus que circulan en ese momento por la comunidad. O sea que debe existir una higiene básica entre los hermanos y tener precauciones si están enfermos. Pero nunca llegar a crear una burbuja higiénica al bebé, ya que el contacto con la fratría le hará más resiliente.

En cuanto a las mascotas, hay que tener cuidado con los cachorros no vacunados, que sí pueden transmitir algunas enfermedades.

¿Cómo afecta la llegada de un bebé a la relación de pareja?

El primer hijo marca una diferencia significativa en la pareja, en primer lugar porque se pasa de ser “dos adultos” a una triangulación. Esto complica a veces la situación entre los cónyuges. Las madres establecemos un vínculo especial con el niño, por el que el padre si no se le permite participar, tiende a sentirse excluido. En otras ocasiones, el cansancio y la falta de horas de sueño puede dificultar la adecuada relación de la pareja, que puede percibir la crianza como una situación irreversible de pérdida de juventud y ocio. 

Además, por la situación social que vivimos en occidente, construimos la crianza como algo fácil y muy llevadero. A eso le añadimos que queremos como padres hacerlo estupendamente. Esto hace que las expectativas que tenemos con respecto al nuevo miembro, junto a las ansiedades de perfección en nuestro papel como padres y como pareja sean insostenibles. Por ello, se crean situaciones de mucho estrés, confusión y frustración. Esto de que todo sea “idílico” se da con frecuencia de bruces con la realidad. La experiencia de crianza es muy rica y, por tanto, tiene sus maravillas pero también sus dificultades.

Es por esta razón que debemos tratar lo que nos está ocurriendo con el pediatra. No solo para que pueda vigilar la salud de nuestro hijo, sino para que nos explique lo frecuente que es lo que nos ocurre.  Si a esto añadimos que entiende a nuestro bebé, es empático con nuestra situación y sabe normalizarla, transmitiendo seguridad y tranquilidad a la hora del cuidado, será una figura importante en nuestra vida como familia.

Puedes acceder al resto de los consejos de la Dra. Bonet y aprender con mayor profundidad sobre la salud del recién nacido en nuestra clase "La pediatra" del Curso de Atención y Cuidados del Recién Nacido.

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